Sé que no me parezco en nada a Platón. No soy un tipo mayor, barbudo y con barriga prominente (todo esto es un gran alivio para mi chico) y tampoco apareceré jamás en ningún libro de historia como una figura eminente de la filosofía. Sin embargo, los dos tenemos una cosa en común. Las cavernas. Él se sirvió de una, hace casi dos mil años, para hablar de las ideas y yo resido en otra.
Es verdad que la mía es bastante más confortable que la cueva a la que se refería él. Tengo calefacción central, ducha, cocina y hasta ventanas, pero este pisito moderno se convierte con facilidad en una madriguera oscura a medida que avanza el día. Esto es más fácil de comprender si explico que, además de madre, soy freelance desde casa. Así que me paso casi todo el día en el mismo lugar.
Cualquier “freelance casero” que me lea tendrá las mismas experiencias.
Si además de lidiar con los ordenadores, el teléfono y la espera por los trabajos que deben llegar y no aterrizan, tienes un “bebé Colón” (modelo descubridor) de esos a los que hay que perseguir sin descanso, entonces todas estas comodidades pasan desapercibidas.
Voy a ducharme. “Vaya, parece que Colón ha encontrado un enchufe…”. Ahora me toca comer a mí. Uf, tengo hambre, a cocinar. “¡Colón, no te comas la tierra!…”. Estoy agotada, ¿podré dormir mientras se echa la siesta? “Colón, ¿que es ese olor a…?”. Tengo que acabar ya este trabajo y tengo que repasarlo bien. “¡El cajón de las medicinas noooo!”…
Los “bebés Colón” suelen ser insaciables e imparables. Puedes cerrar puertas, tapar cajones con carpetas o mover plantas de sitios. Ellos nunca pierden la esperanza de descubrir un continente.
Para que la cueva no se haga más y más oscura y Colón pueda iniciar nuevas exploraciones es bueno salir y sentir el aire exterior, por mucha contaminación que éste contenga. Esta parte también la relata Platón y estoy segura de que el hombre que él describió en su mito sintió la misma estupefacción que yo cuando salgo a la calle. Exacta confusión cuando rozo a alguien con el carrito y me grita en arameo y una turbación similar cuando alguien, que no vive en una caverna con las tres carabelas, te pregunta insistente: -“y el hermanito ¿para cuando?”.
En ese momento mi “bebé Colón” y yo nos asociamos. Él emite el hipogritohuracanado y yo me voy volando a mi cueva, que es donde mejor se está.
Relatas fenomenal el día a día de cualquier madre con un bebé de 11 a 18 meses más o menos… De verdad, no pienses que el bebé Colón es un modelo en el que se puede encasillar solo a algunos bebés, es el estándar de la edad en la que se encuentra tu bebita.
Me ha gustado muchísimo y aunque ya lo tengo un poco lejos me he sentido muy reflejada.
Gracias por ser como eres.
La verdad es que es un modelo bastante extendido.
Sé que mis sobris también fueron ” descubridores “.
Gracias tí.
Muy bonito sigue así hay que tener disciplina para dedicar tiempo a un blog.
Y ni que decir tienen para criar a un pollito.
Un beso grande
estamos contigo
Mientras en gran Mago sueña y hace ruidos me pregunto qué ocurrirá cuando en mitad de una pesadilla mi futuro Colón le meta los dedos por el enchufe de la nariz…
Me gusta mucho el blog. Tendrás todo mi apoyo para continuarlo.
Blog salve a la reina!
El pobre Mago, aceptará resignado que le metan los dedos, le tiren del pelo y quieran cabalgarlo. El Coloncito que está por llegar será su nuevo amor y ya se sabe “hay amores que matan”.
Esta Reina no es nada sin su jefa. A su servicio!